Mesas permanentes y conferencias eternas, expresiones sin fin, diálogos y discusiones sin solución, paños de agua casi tibia, aportes en la inversión que no representan la compensación de devolución de la riqueza que se extrae de la región, son algunas de las cosas que hoy ya no parecen tengan algún significado para el Putumayo.
Ministros, vice-ministros y cantidades innumerables de funcionarios de altísimo y alto nivel que han llegado este último año al departamento en aviones fletados de maletas y equipaje, y que no representan de ninguna manera el costo – beneficio para los casi 450 mil habitantes del Putumayo.
Gasolina de avión y de helicópteros, de carros oficiales y prestados al Estado y los entes territoriales, no reflejan la devolución de la inversión social que hoy y desde hace 20 años reclaman sus gentes.
Las comisiones armadas y funcionando a regañadientes y sin avances de valor, disculpas y ultimatums en contra de los campesinos, ya hoy vuelve el cansancio y la impotencia de las organizaciones que no ven que se logren ejecuciones más allá de compromisos. Paros, manifestaciones, bloqueos, marchas, heridos, capturados, sentenciados y encarcelados, han sido parte de la historia en los dos últimas décadas.
Coca, drogas, combates, ataques, acciones contra la población civil, campos minados, violación de derechos humanos, muertes extrajudiciales, violación al DIH. Aún sin soluciones y sin perdón y olvido. Putumayo sigue esperando.
